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Sin ellas no hubiera sido posible

Sin ellas no hubiera sido posible. Sin las mujeres el Centro Vasco de La Plata no hubiera sido posible.

Después de leer en el N.º 233 de Euskonews “La fundación del Centro Vasco de La Plata” donde no aparecen los nombres de las Socias Fundadoras, aunque sí los de los hombres, me sentí en la necesidad de escribir sobre ellas y sus congeneres hasta la actualidad.

Acompañan a este artículo el escaneado de los folios 23 a 26 del Expediente Nº 3662/45 del Ministerio de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires por el que se crea y adquiere personería jurídica el Centro Vasco. En ellos aparecen los 57 nombres de las Fundadoras, el sello con el escudo de los siete Territorios Históricos y las firmas del Secretario Raúl Clúa y la del Presidente Jesús Torre.

Foto: Leticia Maldonado Arruti

Foto: Leticia Maldonado Arruti.


Foto: Leticia Maldonado Arruti

Foto: Leticia Maldonado Arruti.

Fueron Maria Luisa Arruti y Maria Elena Arruti de Perugorría quienes prepararon la primer comida que se sirvió en los galpones del Expreso Río de la Plata (todavía no se había comprado ninguna sede) y que prepararon en la casa paterna de ambas.

Y si hablamos de gastronomía yo he visto, siendo una criatura de 7 u 8 años, como se reunían el día previo a la fiesta que fuera: Juana y Josefa Latasa, Doña Asunción Ausmendi; Luisita, Elsa y Doña Celestina Batiz; Doña Salus Bezunartea, Doña Gloria Barandica, Lina Unzurrunzaga, Pepa, Mari Aramayo, Juanita Galarregui, Juanita Berrueta, Pilar, Benita Barrios, mi madre. Lo hacían para matar, pelar y eviscerar pollos ya que no existían los doble pechuga que hoy encontramos en los supermercados.

Pero no sólo trabajaban. También se divertían. En una oportunidad, después de dar de comer a una multitud se sentaron Doña Gloria, Doña Celestina y mi madre a jugar al mus con un trío masculino al que derrotaron una y otra vez. Y comenzaron a cambiar los jugadores y las señoras seguían ganando. La mesa terminó rodeada de hombres aliados con los que jugaban y a los que trataban de pasarles las señas. Sin embargo las mujeres seguían ganando.

Campeonato abril

Campeonato abril.
Foto: Bety Aramayo.

Cuentan los memoriosos que las 3 mujeres no tenían nada que perder por lo que cuanto más ganaban más desenfado y picardía ponían. Dicen que durante mucho tiempo fueron temidas por los muslaris masculinos quienes se negaron a volver a jugar con ellas.

Tiempo después comenzaron a jugar al mus Margarita, Sofía y Azucena. Lo hicieron por acompañar a sus maridos muslaris. Mari lo hizo por su cuenta ya que jugaba desde muy chica con sus hermanos.

Se van agregando otras mujeres que juegan al Burako, al Escrabel, a los naipes (Escoba de 15, Brisca). Mientras tanto un grupo menor juega a la Canasta. Éste fue creciendo tanto, en tamaño y fama, que en La Plata son conocidas como “Las Canasteras del Vasco”.

Y, por acompañar a los maridos a los Campeonatos Nacionales de Mus, comenzaron a jugar Campeonatos Nacionales de Canasta. Son menos formales que los de Mus pero se hizo necesaria la redacción del Reglamento de la Canasta de los Centros Vascos de la Argentina. Éste, en La Plata, tiene algunas particularidades: se puede jugar por tríos o parejas, la o las compañeras no se eligen, se sortean en cada juego, en cada partido las perdedoras pagan $1.- (unos 20 centavos de euro) como multa. Con el dinero recaudado a lo largo de todo el año no sólo compran los premios: 1º Medalla de oro, 2º Medalla de Plata y el premio a la más perdedora que al fin y al cabo es quien puso más dinero sino que contribuyen al confort y bienestar de los que frecuentamos el Centro Vasco:

Zaharrak bailando Carnaval de Lanz

Zaharrak bailando Carnaval de Lanz - SNV 2008.
Foto: Maria Arrarás.

Son más de 30 mujeres, pero se destacan por su asistencia Marta Hongay, Mirentxu Sánchez Garciandia, Carmen Jaramillo, Blanca Ozaeta, Olga Macchi, Marutxa Ibarguren, Mirentxu Torre, Pupy Eguy, Beti Aramayo...

La Biblioteca Martxin Burdin no hubiera sido posible si Haydee Cervantes de Artola no hubiera asistido todos los martes de 17 a 20 hs. indefectiblemente a catalogar los libros que donaban algunos socios y a atender al público que consultaba sobre su apellido de origen vasco o no. Lloviera o tronara, hicieran 30º C ó -1º C, con viento o sin él Haydee estaba... ¡Y siempre “ad honorem”!

Sin Andrea Maiztegui, sin Maria del Carmen Tolosa o sin Evangelina Bértola los coros de adultos o de txikis no hubieran sido posibles.

¿Y qué hubiera sido de los dantzaris sin Marta Jiménez, Lupe, Elena, Beti, María Arrarás, Natalia Martinez, Sonia Del Amo?

Jugando las finales en mayo

Jugando las finales en mayo.
Foto: Bety Aramayo.

No hubiera sido posible la enseñanza del Euskera sin Stella Maris Iturbide, sin Maite Iturre, sin Jimena Bassagaisteguy, sin Eugenia Hourçouripe, sin Maria Laura Galarraga o sin Maria Emilia Cairo.

Por último, y sin falsas modestias, la Cátedra Libre de Pensamiento Vasco sin el trabajo incesante de Martha González Zaldúa y el mío tampoco hubiera sido posible.

A riesgo de que me tilden de feminista he querido que se reconozca esta característica tan peculiar de los vascos, vascas y sus descendientes: ser hacedores.

La opinión de los lectores:

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